Quienes en la vida hemos tenido la oportunidad de educarnos y
contar con un ingreso regular, bien ganado por cierto (no incluyo a los corruptos
y explotadores), debemos saber mantener una actitud ética ante la vida.
Toda muerte nos debe doler, como a nuestro poeta César Vallejo. No
debemos dejarnos envilecer por quienes justifican las muertes desde uno u otro
lado.
Los ‘choros’ justifican hasta su propia muerte porque no tienen
autoestima, por ello están dispuestos a matar al prójimo para robarles. Los
políticos corruptos y empresarios ambiciosos igual, como lo hemos visto en
Cajamarca, aceptando la muerte de campesinos en nombre del orden y el principio
de autoridad, cuando en realidad lo aprueban para asegurar sus negocios
privados.
La experiencia personal ingrata que uno haya podido tener con los
delincuentes explica que se les tenga rechazo y hasta odio, pero ese
sentimiento justificado no es un argumento válido para desearles la muerte y
menos alegrarse por ello.
Esta vez los policías felizmente no sufrieron ninguna
pérdida irreparable, aunque es repudiable el ensañamiento que hemos visto
contra los que cayeron de sus caballos.
La delincuencia es producto de la vileza del sistema económico y social
que las elites dominantes mantienen y recrean para perpetuar su poder sobre el
conjunto de la sociedad. Si no se toma en cuenta esto, entonces preparémonos
para ver de nuevo, una y otra vez, hechos de violencia como los acaecidos en La
Parada.
La oportunidad para empezar a cambiar gradualmente esta situación se
abrió ahora. Todo el Perú ha puesto sus ojos en La Victoria, ha visto la
enormidad del problema delincuencial, una especie de 'levantamiento', que no es
popular porque tenía por finalidad el saqueo y el trabajo sucio al servicio de
comerciantes inescrupulosos, quienes por su parte no tuvieron reparos en mostrar
ante cámaras su militancia política en la campaña de revocatoria contra Susana
Villarán.
Este es el momento de empezar a encarar el endémico problema social que
significan los bolsones que cobijan a la delincuencia. Las autoridades tienen
que elaborar de inmediato políticas y dictar medidas hacia ese fin. No solo la
alcaldesa sino también el gobierno central. Nuestras energías hay que
dirigirlas a exigir a los gobernantes una solución de fondo a la delincuencia e
inseguridad, en nuestras ciudades sobre todo.
En La Parada, la policía defendió a la ciudadanía frente a la
delincuencia. En Cajamarca defendió a la empresa minera Yanacocha contra los
pueblos cajamarquinos. En el primer caso, me ubico al lado de la policía; en el
segundo, decididamente al lado de los campesinos, comuneros y pobladores que
luchan para defender el agua y la vida.
Las cosas no son tan simples y hay que saber diferencias situaciones e intereses, tratando de no pensar con el hígado.
Las cosas no son tan simples y hay que saber diferencias situaciones e intereses, tratando de no pensar con el hígado.