¿Es posible un desarrollo sustentable dentro del capitalismo?
Concentración de la riqueza, inequidad,
hiperconsumo, extracción irracional de los bienes naturales, son rasgos
inherentes al sistema y acentuados con la globalización neoliberal.
La creación de un marco institucional
para el desarrollo sustentable es uno de los temas centrales de la agenda de la
Conferencia Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo Río+20, que se reunirá en
junio de este año. El desarrollo sustentable se viene discutiendo desde hace
veinte años, pues nació en la llamada Cumbre de la Tierra Río’92, definido como
un desarrollo capaz de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer los
recursos de las futuras generaciones. El problema es que la discusión no toca
el núcleo del problema: el modelo capitalista.
Es decir, el debate elude la pregunta
central: ¿es posible un desarrollo sustentable dentro del capitalismo? De este
primer cuestionamiento derivan otros: por ejemplo, si los Estados de los países
industrializados están dispuestos a disminuir en un milímetro el
hiperconsumismo de sus poblaciones privilegiadas, si las multinacionales no
seguirán ejerciendo sus presiones para multiplicar sus ganancias con la
explotación irracional de los bienes naturales, si los países pobres no
continuarán cediendo sus ya casi inexistentes soberanías a ese poder de los
países industrializados y las multinacionales.
La concentración de la riqueza, la
inequidad de su distribución, la extracción irracional de los bienes naturales,
la dependencia de los combustibles fósiles, son rasgos inherentes al
capitalismo desde sus lejanos orígenes de la llamada acumulación originaria. Y
se han acentuado de manera profunda y acelerada a partir de la globalización
neoliberal, multiplicando el consumo de unos pocos y el hambre de muchos a
niveles nunca antes vistos en la historia de la humanidad.
Ya hace cuarenta años, en la Primera
Conferencia Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo realizada en Estocolmo, se
identificó el hiperconsumo de los países industrializados como una de las
principales causas del desequilibrio ecológico y el cambio climático. A partir
de entonces, progresivamente, los cuestionamientos al sistema se han ido
suavizando hasta casi desaparecer y ahora se insiste en un desarrollo
sostenible que mantenga como eje el crecimiento económico.
Veamos algunas cifras que así lo
confirman:
· Los 20 países más ricos del mundo
consumieron en el siglo XX más naturaleza, es decir, más materia prima y
recursos energéticos no renovables, que toda la humanidad a lo largo de su
historia y prehistoria.
· Setecientos millones, de un total de
6,900 millones de personas, son las responsables del 50% de las emisiones
globales de CO2, mientras los 3 mil millones de personas más pobres solamente
emiten el 6% del CO2.
· Entre 1950 y 2005 la producción de
metal aumento 600%, el consumo de petróleo 800%, el consumo de gas 1,400%.
· Se extraen anualmente 60 mil millones
de toneladas de recursos, 50% más que hace 30 años.
· Se calcula que más del 60% de los
servicios que brindan los ecosistemas del planeta se encuentran degradados.
· La mayor parte de estos recursos han
sido apropiados por el 20% de la población mundial que son responsables
del 86% del consumo global, mientras el
20% más pobre consume solamente el 1.3%.
· El gasto anual en cosméticos en
Estados Unidos de 8,000 millones de dólares y el europeo en helados de 11,000
millones de dólares supera el gasto en agua potable, educación básica y
alcantarillado para las 2,000 millones de personas del mundo que carecen de
estos servicios.
· Se estima que las emisiones por
persona no deben rebasar las 2.5 toneladas de CO2 al año para que la
temperatura global del planeta no aumente más de 2° C, considerándose este el
límite sobre el cual pueden presentarse catástrofes climáticas incontrolables.
Actualmente, el promedio de emisiones de los estadounidenses es de 19.1
toneladas anuales de CO2, más de 7 veces
superior al límite recomendado.
Cambio de paradigmas
No cabe duda que la gran mayoría de
propuestas para Río+20 han sido elaboradas en coordinación con empresas
transnacionales, algunas de ellas de dudosa reputación ambiental, como Nestlé,
Coca-Cola y Shell. De esta forma, las multinacionales apuntan a que los
acuerdos de Río+20 fortalezcan sus negocios y aseguren sus ganancias futuras.
También jugarán un papel clave las
instituciones financieras internacionales, las cuales tienen una gran
responsabilidad en el endeudamiento de los países del Sur, el financiamiento de
proyectos que maltratan el medio ambiente y el aumento de la desigualdad y la
pobreza.
Las organizaciones de los pueblos
indígenas de la Región Andina y de América Latina en general, insistimos en
construir una propuesta mucha más amplia, que confronte la lógica de
crecimiento del occidente y priorice una visión de comunidad y la convivencia
armoniosa entre la Madre Tierra y los seres que la habitamos.
Para nosotros y nosotras, el concepto
de sostenibilidad debe significar un modelo distinto: uno que altere
profundamente el rumbo actual del planeta, que incorpore una reducción drástica
de los niveles de consumo y producción de desechos de la humanidad y que
defienda firmemente todos los derechos y los bienes comunes.
Lima, 29 de marzo del 2012
Comunicaciones CAOI
Las cifras citadas en esta nota han
sido tomadas de:
http://www.concienciaeco.com/2010/12/04/el-hiperconsumo-y-el-cambio-climtico/