Si PPK ya está 'quemado', el truco es dejar la posta a Martín Vizcarra para salvar el modelo económico. |
Marzo 2018: por segunda vez el Frente Amplio propuso vacar al presidente peruano por mentirle al país.
Por: Fernando Gutiérrez
11 de marzo, 2018
Ahora resulta que todo el debate generado en torno a la segunda moción para vacar a Pedro Pablo Kuczynski (PPK), se resume en la necesidad de convencer al primer vicepresidente, Martín Vizcarra, para que no renuncie y asuma la conducción del país hasta el 2021.
El más incisivo en este pedido (que más parece ruego) es César Hildebrandt, quien le dice: “Usted es un hombre de clase media que va a llegar al poder porque su presidente defeccionó. Usted no le debe nada ni a la izquierda ni a la derecha. Haga el gobierno moderado que le salga de los forros. Moderado y limpio.”
Qué es para Hildebrandt un gobierno “moderado y limpio”? Que Vizcarra se aparte de los empresarios corruptos y también de los “caviares”, cuyo “voluntarismo confuso” los lleva a la “antiminería fanática”. Le recomienda que dialogue para encarar los conflictos sociales pero que también imponga autoridad y mande a la cárcel a quienes protestan bloqueando carreteras.
En otras palabras, Hildebrandt quiere que Vizcarra sea un “PPK honesto”, un presidente neoliberal de centro, firme y sin “anticuchos”. Esa es la receta que se está vendiendo en los medios de comunicación, en ciertas esferas empresariales y en el propio Congreso ante la eventualidad de que vaquen a Kuczynski.
SALVAR EL MODELO
Aunque son antípodas políticos, César Hildebrandt y Keiko Fujimori coinciden en el asunto Martín Vizcarra. Es obvio que la “primera dama de la dictadura” quiere castigar al presidente por encono, pero sin renunciar a salvar el modelo privatizador y extractivista que inició su padre. Y Vizcarra debe servir a ese doble propósito.
Un plus para Keiko sería que Vizcarra ayude a congelar las investigaciones por lavado de activos que comprometen a toda la llamada “clase política” y a sus partidos.
Sin embargo, la procesión va en otro sentido en el espíritu de las mayorías marginadas del país. 28 años de la receta neoliberal ya hartaron a un gran sector de la ciudadanía, eso es lo que expresan las tres últimas elecciones presidenciales.
Con el destape de la corrupción Odebrecht, este hartazgo se ha convertido en indignación generalizada, al punto que tres nuevas frases se van posicionando en el imaginario popular: “caiga quien caiga”, “que se vayan todos” y “adelanto de elecciones”. Y no es para menos si consideramos que el pueblo sabe ahora que los seis últimos presidentes del Perú y casi todos los políticos conocidos fueron “comprados” por transnacionales brasileñas.
Por ello, la crisis política actual no es solo de gobierno. Lo que está haciendo agua por todos lados es el marco jurídico neoliberal y el régimen que lo sustenta. Amplios sectores populares cuestionan la Constitución de 1993 y la alianza de fuerzas políticas, empresariales, mediáticas, religiosas y militares que dan soporte al modelo ha perdido credibilidad.
Más de lo mismo no es el camino para resolver los problemas acumulados en las tres décadas recientes, pese a los altos rangos de 'crecimiento' alcanzados y que ya no se repetirán.
El esfuerzo por investigar y sancionar a los cinco ex presidentes y al actual, por ser parte de la corrupción de Odebrecht, tampoco bastará para restituir credibilidad y estabilidad al modelo económico y al régimen.
En este marco, algunos sectores de la derecha neoliberal y del empresariado que entienden la magnitud del desastre político en ciernes, apelan al viejo truco de acusar a quienes promueven la vacancia de pretender hacer estallar el “sistema democrático”.
Otros, más hábiles, tratan de entonar con este adverso estado de ánimo ciudadano y se suman al pedido de vacancia o le solicitan públicamente a PPK su renuncia (Keiko Fujimori). El congresista Roberto Vieira, por ejemplo, hace campaña para que renuncie PPK y se adelanten las elecciones, sus tuits en internet logran miles de likes.
LEGITIMIDAD ES LA CUESTIÓN
En lo que respecta a la continuidad o no de PPK como presidente de la república, algunos analistas como Carlos Chipoco han logrado poner el dedo en la llaga: se trata de la legitimidad del gobierno ppkausa. El gobierno actual no solo ya perdió la confianza ciudadana por la incapacidad demostrada sino que, además, está cuestionado moralmente por las mentiras descubiertas a PPK. Y, por tanto, lo que corresponde es devolver el protagonismo a la ciudadanía para que esta solucione el problema de falta de legitimidad de la representación nacional con nuevas elecciones generales.
Entonces, el verdadero sentido de la vacancia de PPK consiste en poner fin a un gobierno ilegítimo. Y devolver a la ciudadanía su derecho a elegir un nuevo gobierno que realmente represente los intereses populares y del país. Insistir en que Vizcarra asuma la presidencia hasta el 2021, es ponerse de espaldas al derecho ciudadano a ser bien representado.
SALIDA DE FONDO
La población necesita acceder a un debate sobre las causas de fondo que han llevado a la actual corrupción y a la no atención, por décadas, de reclamos sociales de todo tipo, en especial contra proyectos extractivos que dañan las fuentes de vida, por los bajos salarios y la falta de empleo, por la mala calidad de la educación y de los servicios de salud, la ausencia de previsión ante los desastres climáticos, contra la corrupción, la inseguridad y por el no castigo a violadores y corruptos, entre otros.
El adelanto de las elecciones generales abriría un proceso de protagonismo popular y ciudadano muy propicio para debatir el asunto de fondo: el cambio de Constitución y de modelo de desarrollo.
De ese modo, la propuesta de elegir una asamblea constituyente plurinacional para aprobar una nueva Constitución de todos los pueblos, adquiriría un gran potencial revolucionario de cara al cambio climático y frente al predominio de las transnacionales, empalmando con las nuevas rebeliones sociales que sacuden el actual orden capitalista-colonial global en varias regiones del mundo.
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